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#RetoInspiración día 5 de Jimena Fer

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Carta a mi yo de 20 años. Hola, Any. Sé que por ahora no te mola una mierda que te llamen así pero créeme, te acabará encantando. Incluso cuando acentúen la y. Hoy vengo a contarte un par de cosillas que no sabes y también alguna que, a día de hoy, tienes en tu mente como certeza absoluta y que puedo asegurarte que seguirá siendo así por años, miedos e historias que pasen. A ti te queda más cerca. Seguro que recuerdas la primera vez que tocaste el grip de un balón de rugby con las yemas de los dedos. Ese tacto rugoso que generaba tal escalofrío que cualquiera habría jurado que se mantendría en el tiempo. A pesar del miedo. Porque sí, te parecerá increíble porque eres la Chica Sin Miedo, pero te vas a acojonar viva y dejarás de jugar una buena temporada. ¡Y con lo que te había costado volver! Es que te has perdido unos cuantos telediarios, cariño. Pero nada, que al final una pandemia mundial te devolverá el valor y sentirás de nuevo ese escalofrío recorriendo tu cuerpo. ¡Y de qué manera

Cuando tu peor enemigo eres tú mismo

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Hace algunos años dejé el rugby. Me excusé en que el equipo se había deshecho, que el estilo “union” era más lesivo, que yo ya era muy mayor para estar con lesiones cada poco, que nos quitaban dinero si nos íbamos de baja... Pero había una verdad subyacente en todas esas excusas: TENÍA MIEDO .   Me despertó el golpeteo de la lluvia en la persiana. Mi primer pensamiento fue un “mierda, ¿en serio?”. Justo hoy, que hay entrenamiento, ¿justo hoy tiene que llover? Mierda, mierda, mierda. Poco ánimo, pereza, ganas de quedarme en la cama. ¿Quién me mandaría volver al rugby? ¿Quién me mandaría pagar ficha y sentir esa obligación inherente a cuando te has dejado la pasta en algo y tienes que amortizarla? ¿Quién me mandaría respirar? Porque sí. A veces es así. A veces te pesa el mundo de tal manera que te cuesta incluso llenar los pulmones de aire y la pregunta qué más ronda tu mente de entre todas las demás es: ¿PARA QUÉ?   Pero cuando te obligas a ignorarte, a hacer las cosas igual, a deja

❤️💛💜🖤

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Vengo a contaros cuatro historias que son una.  ❤️ 💛 💜 🖤 ❤️ es pasión . Es dulzura. Es una palabra susurrada al oído en italiano, en un atardecer de domingo . Cuando ríe, es imposible no mirarla. Cuando llora, darías el mundo, la luna, el sol, por poder pelear sus batallas. Pero es fiera . Guarda su katana en el armario y sabe bien cómo defenderse. Es una modelo de revista saliendo de la terminal de un aeropuerto pequeño. Es luz . Es vida . Es la tinta negra de un tatuaje a todo color. 💛 es la risa fresca de un otoño junto al mar. Es la tierra rojiza de unas antiguas minas que todos creen que ya no tienen más para dar, pero que todo el mundo quiere visitar. Es un río fluyendo por debajo de la tierra, que no puede verse pero canaliza toda la energía que la vida necesita para abrirse camino. Es luna en cuarto creciente, la alegría que se contagia, la paz y la calma de un abrazo que no esperas pero que llega para salvarte. Es carcajadas. Es calma . Es un paquete de

Jogo Duplo (Susana e Catia)

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Me gustaría empezar con un vídeo para que entendáis la magnitud de lo que se cuenta en esta telenovela portuguesa producida y retransmitida por  TVI. CATANIA Llegué a esta novela a través de una recomendación en Twitter -así he creado el  #CCPSS (Club de Casos Perdidos Seguidoras de Shippeadoras)-. Hay todavía infinidad de series y películas con personajes lésbicos que no he visto. Hace algún tiempo, conocía absolutamente todo lo que se había hecho en el mundo al respecto. Pero entonces tuve un accidente con mi disco duro, con todo mi contenido bolleril guardado, y dejé de buscar con un cabreo que te mueres. Ahora dependo de las auténticas shippeadoras para localizar contenido. Y esta especie se mueve mucho por Twitter (de ahí mi actual interés con esa red social que cada día amo más). ANNA EREMIN Dicho esto y tras ver el vídeo, un pequeño análisis sin spoilers de la serie, por favor (o más bien del shippeo, ya que es el contenido que me interesa, obviando el

Retrato de una mujer en llamas

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Retrato ardiendo He tenido la impresión de que no estaba viendo una película. Desde el momento cero, ha sido como  entrar en una galería de arte para ver una exposición. Los distintos cuadros se van presentando en escenas con más o menos movimiento, con una cámara que se mece con el movimiento del mar, que es una constante apenas presente pero que imbuye el ritmo y la cadencia de todo el largometraje.  Héloise junto al mar Son precisamente las escenas en las que aparece el mar en las que la sensación de quietud y profundidad se hacen más patentes. Aunque también los planos subjetivos desde la perspectiva de Marianne, como en la que aparece a la izquierda, o casi una de las primeras, en las que se nos presenta el rostro de Héloise. Una increíble gestión del color Estas escenas también son importantes en el momento en que se pinta el retrato. En silencio, asistimos al movimiento de la mano y del pincel en cada trazo, con un preciosismo y una belleza inf

DIA 31 DE CUARENTENA (En serio llevamos 31...)

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Hay momentos en la vida en los que te reencuentras con esa parte de ti que te gusta, que te hace sentirte orgullosa de ti misma.Hay pequeños fragmentos, pedazos de cuerpo, de alma, de corazón, que creías perdidos en el fragor de alguna batalla antigua. Vuelven, o a veces sencillamente vuelves a verlos. Y parece que se hace la luz a tu alrededor. Encendido el foco, ahora bailemos. A veces es suficiente con comenzar a caminar. No quiero ilusionarme. Sé que mi mente es más dispersa y débil de lo que me gustaría admitir. La chiquilla veinteañera que podía con todo y arrasaba hasta la hierba a su paso murió algún día en los últimos años. Puede que sepultada por el peso de la vida. Puede que desde aquel accidente que hizo un click en mi cabeza. ¿Quién sabe? Desde entonces, me he esforzado por recuperarla sin éxito. Y quizás no van por ahí los tiros. Quizás tengo que conocer al resultado de los pasos que he dado, aceptarla y aprender a quererla tal cual es. El caso es qu

DÍA 22 DE CUARENTENA (creo...)

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Al meterme en cama, me encuentro con tu olor. Aunque no vengas a dormir conmigo, este pequeño detalle me hace sentirme "en casa". Me hace dormirme sabiendo que mañana, cuando suene el despertador y yo le pida una tregua de 10 minutos, tendré tu calor para abrazarme al darme la vuelta.  Hay pocas constantes en la vida. En la mía, solo una va por dentro de mí... Es esa necesidad absurda de escribir, que a veces se me hace tan esquiva. De las externas, hay una que me sostiene más que ninguna otra en los tiempos que corren: tú. Saber que estás, me ayuda a no estar tan frustrada por todas las cosas que no puedo cambiar. No puedo cambiar lo que está ocurriendo. No puedo hacer que disminuya el número de muertos. Tampoco puedo ayudar, aunque se suponga que es mi trabajo. Pero quedarme en casa te mantiene tranquila y me encuentro a veces en la encrucijada de querer que me llamen para acudir, pero no querer molestarte. Lo único que puedo hacer es intentar gestionar mi tiemp