Análisis de la personalidad externa subyacente. Vol. I MIS DEFECTOS


Alguien me enseñó una vez a analizar cada filamento del que se compone el mundo. En aquellos instantes, no aprendí bien la lección. Quizás era muy joven. Ahora, a lo tonto, me quedan un par de años para llegar a su edad por aquel entonces, y parece que comienzo a darle más vueltas a la cabeza que con 25 añitos. Así pues: ANALICEMOS.

Bien, comencemos pues con algo que me tiene muy jodida rayada preocupada últimamente: MIS DEFECTOS.

Por supuesto, tengo muchísimos, como todo el mundo. Tengo toda una biblioteca interior, una galería de arte, una piscina, incluso un mar de defectos... Pero hoy me voy a centrar en tres en concreto, en los que más me preocupan y que he sido incapaz de cambiar en toda mi vida.

       1. NECESIDAD DE COMPARARLO TODO


Mi primera ex me decía siempre que las comparaciones son odiosas, que tenía que quitarme la costumbre de buscar similitudes. Pero ¿en qué? ¿Entre qué? En todo... No puedo evitarlo. Soy de esas personas para las que se han creado las comparativas de móviles en las webs de venta de teléfonos. Comparo parejas, comparo amistades, comparo trabajos, pisos, madres... Y asigno siempre una posición, hago un ranking, otorgo puestos privilegiados en mi mente y en mi vida. ¿Por qué? JODER. ¡¡¡Y yo qué coño sé!!! Si pudiese, lo evitaría. Porque me ha traído muchísimos problemas en la vida. Sobre todo porque las valoraciones las hago sobre mis propias percepciones. Y todos sabemos que, en ocasiones, sólo vemos lo que queremos ver. Comparo momento de mi vida, comparo sueños, comparo vidas, comparo historias... Pero sobre todo, me comparo a mí misma. Y hubo una época de mi vida en la que, aunque no lo sabía, era PERFECTA. Era tal como quería ser, disfrutaba de la vida, era feliz, me esforzaba por alcanzar mis objetivos y los lograba siempre. No había nada fuera de mi alcance, nada que me hubiese propuesto que no acabase encerrado entre mis dedos. Pero entonces, me rompí. Literal y metafóricamente. Algo se rompió por dentro al mismo tiempo que algo se rompía un poco más afuera. Y dejé de ser esa YO para ser una con más mala leche, más irascible, con menos fuerza de voluntad, más gorda, menos constante... Peor. Y por más esfuerzos que haga, todo cae en saco roto y mis momentos de lucidez, de querer hacer, duran aproximadamente uno o dos meses. Y luego se apagan como estrellas fugaces. Tan rápido como se habían encendido. Compararme con aquella YO, es como comparar una luz de una bombilla de 50 con el sol de verano a mediodía.

       2. EL PRONTO (GENIO, NEURA O COMO SE LE QUIERA LLAMAR)

Al parecer, esto es algo que he heredado de mi padre. Llega un punto en mi cabeza (que ahora mismo es el minuto 0) en que me cierro completamente en banda y me convierto en una energúmena incapaz de escuchar y que sólo suelta mierda por la boca. Sé que siempre he tenido este bicho en mi interior, que siempre me ha hervido la sangre al contacto con las cosas que no me gustan o que considero injustas. Pero supongo que aquella niña inmadura, con abdominales marcados, sonrisa fácil y fuerza de voluntad inquebrantable hacía bastante más que yo para contener esa furia imparable. Qué curioso que con los años podamos desaprender en lugar de aumentar los conocimientos y controlar mejor nuestros instintos más oscuros. "Son épocas", me han dicho en ocasiones. Pero no lo tengo tan claro. He pasado por una ciénaga llena de mierda aguas putrefactas y cadáveres infectos de una sociedad y una humanidad en la que poco a poco he ido dejando de creer. Y quizás ese es el problema. Que me he centrado tanto en mantenerme firme en mis principios y valores que no me he ido dando cuenta de que exigía lo mismo a todos los que me rodeaban (esa maldita lacra comparativa). Y con esto pasamos al tercer defecto.

       3. ESPERAR

No es que me vaya al metro sólo para quedarme sentada viendo pasar los minutos en el aviso de llegada. Imagino, sueño despierta, invento en mi mente comportamientos de otras personas... Y cuando no se producen, me frustro. A veces, la frustración es pequeña. O ya me espero que las cosas no sean como yo quiero imaginar. Pero la mayoría de las veces, me decepciono a mí misma otorgando actitudes a la gente que no han tenido, tienen ni tendrán jamás. Esto, a día de hoy, creo que es el defecto que más daño me está haciendo. Porque intento entender a la gente y pensar que siempre seguirán la misma línea de pensamiento, de acción... Pero no puedo preverla porque nunca será la misma que la mía... Y la que piensa soy yo., la que analiza comportamientos para intentar llegar a las conclusiones, la que compara... Así que cuando acierto, soy la mujer más feliz del mundo. Pero cuando no lo hago, la decepción es brutal. Lo jodido es que no hay nadie que no haya "decepcionado" a esta faceta de mí. Y es normal. Yo misma he roto los esquemas en más de una ocasión rompiendo cada meta que me pongo. Sé que el nivel de frustración que tengo actualmente está más relacionado con esto que con ninguna otra cosa. Es algo que debería cambiar, pero a veces no me llega la paciencia ni para mí, me obligo, lo intento, pero a la hora de la verdad me vuelvo a echar atrás (esa fuerza de voluntad que se ha ido con los años y con los abdominales...).

Curiosamente, creo que este es el capítulo del análisis de personalidad que menos me va a costar. Lo pasaré peor cuando tenga que hablar de las virtudes, porque últimamente se me esconden un poco y me he quedado anclada en las que tenía hace alrededor de 7 años. Pero bueno, se hará lo que se pueda, como siempre.

Comentarios

Nosu ha dicho que…
Hola!
Bieeen ya va esto jeje.

Mira, pues el primer paso, el más importante, es darse cuenta de estos defectos. Y analizarse. De esta manera ya tendrás alguan psita si los quieres cambiar. Quizá no se consiga 100%, pero por lo menos dejarlo a un nivel que no haga sufrir tanto.

:)
Nosu ha dicho que…
ayy, pues parece que se ha publicado pero sigue sin verse el comentario. mmm

Entradas populares de este blog

Afónica y apaleada

Jogo Duplo (Susana e Catia)

#RetoInspiración día 5 de Jimena Fer